Mucho hay escrito acerca de esta vieja carretera en la red: mucha información llevada a cabo por viajeros que describen en sus bitácoras el estado del asfalto, por dónde tirar en un cruce complicado o los mejores sitios para comer y dormir. No, mi crónica no va de eso: simplemente es mi interacción con esta carretera en este preciso momento de mi vida y lo que guardo de ella lo que me ha sugerido, lo que me ha aportado... resumiendo: qué ha despertado en mí.
La Estrada Nacional 2 es un viaje en el tiempo, es la dialéctica entre el pasado y el presente y a su vez, la contraposición entre este presente y el futuro. Quien tenga la oportunidad de recorrerla, podrá comprobar a través de ella que Portugal es un país de contrastes, el salto constante entre las ciudades y lo que existe entre ellas, la sensación de aislamiento de los pequeños pueblos -conectados por esta carretera como el cordel de aquellos rústicos teléfonos de nuestra infancia, fabricados con vasos de yogur- respecto a las capitales de distrito, cómodamente enlazadas por las autopistas y las vías rápidas.
Uno tiene que acometer ciertas iniciativas en el momento preciso, y este era el momento. La carretera aún conserva su trazado original casi al 99% y su estado apenas ha cambiado en las últimas décadas. Tengo constancia de que el Gobierno Portugués quiere potenciar la N2 y explotarla a nivel turístico, lo que seguramente implicará inversiones, mejoras y modernizaciones que serán más que bienvenidas en las poblaciones atravesadas por el trayecto, pero que sin duda suponen, para quienes nos consideramos románticos de la carretera, una pérdida de atractivo.
Bueno, que me enrollo. Apuro lo que queda de la Sagres que me estoy bebiendo y comenzamos ;)
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Túnel de pinos cerca de Almodôvar. |
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